Reflexiones Sobre el Programa de Doce Pasos (A.A.)

A Gabrielle Glaser

Reflexiones sobre los Doce Pasos de A.A.

Carlos De Los Ángeles

Gabrielle Glaser realiza una crítica a la validez del tratamiento de los Doce Pasos de Alcohólicos Anónimos (AA), fundamentalmente sobre la base de la falta de estudios que muestren evidencias científicas de su éxito.

Su postura parece muy bien estructurada a simple vista, pero si se hurga un poco en sus opiniones empiezan a aparecer grietas en el edificio.

Glasser no ha tratado un solo alcohólico, ni un solo adicto en toda su vida. Como laureada periodista de investigación se dedicó tres años a indagar sobre mujeres con problemas relacionados con el alcohol y escribió un libro sobre el tema destinado a convertirse en un best seller. El sueño de todo escritor americano.

Por mi parte acumulo 46 años trabajando con los Doce Pasos, viviendo entre alcohólicos y adictos, trabajando en barrios periféricos, iglesias y clubes. Viví la época en que los psiquiatras y psicólogos más connotados del país rechazaban atender estos pacientes porque les “desacreditaban sus consultas, eran muy demandantes y ahuyentaban a otros pacientes “más finos”. Sólo Fernando Sánchez Martínez, Rafael García Álvarez y yo atendíamos a estos pacientes, luego regresaron al país y se nos unieron Manuel Herrera y Fernando García-Bodden. La otra ayuda que recibimos fue la del Dr. Máximo Beras-Goico a través de su programa de radio “El Psiquiatra en su Hogar”. Esto fue hasta la promulgación de la Ley 50-88 el 30 de mayo de 1988 pues esta Ley cambio el olor de los adictos, ya no estaban sucios y malolientes, sino que comenzaron a oler a dinero. Como por arte de magia aparecieron decenas de “expertos” en adicciones.

Un paso histórico fue la celebración en el país del XI Congreso de Centroamérica, Panamá, México y el Caribe (1973) en la sede del hoy Ministerio de Cultura. Fue de un gran valor al visibilizar la enfermedad y sensibilizar a los medios de comunicación social. Para ese congreso realizamos el primer estudio epidemiológico de alcoholismo en el país. Se compararon las respuestas a las 21 preguntas de AA dadas por sus miembros, con aquellas respuestas emitidas por la población general. El anonimato no es un obstáculo para estudios estadísticos fiables.

Para esa fecha me toco en suerte fundar el primer grupo de Alateen (Hijos menores de alcohólicos) y Al-Anon (Familiares adultos de alcohólicos) en los que comenzamos a tratar la co-dependencia.  

Otro paso histórico en el tratamiento de las adicciones lo dieron García Álvarez y Sánchez Martínez en 1975 cuando trajeron al Prof. Juan Marconi, chileno, asesor de OPS para que impartiera el Curso Psiquiatría Comunitaria: Prevención de Alcoholismo y Neurosis en el hoy Colegio Médico Dominicano.

En 1991 Fernando Sánchez Martínez y yo auxiliados por las hoy colegas Fátima Valdez, Ivelisse Germán, Mercedes Grullon, Deidabia Martínez y Martha Collado recogimos toda la bibliografía dominicana de alcoholismo y ya se habían realizado más de 100 trabajos de investigación, incluidas tesis de grado. 

El hecho es que he vivido lo suficiente como para “reconocer al cojo sentado”.  

Por lo regular un científico no busca la fama, busca la verdad. Para ello el científico se exige a sí mismo un instrumento de investigación fiel, sensible y válido. El problema es que la gente común no percibe que existen diferentes tipos y grados de validez científica.

Niveles y criterios de validez en una disciplina no son exigibles para todas las demás disciplinas. El elevado grado de certidumbre que tenemos en la física de los grandes cuerpos, no se le puede pedir a la física de partículas sub-atómicas, del mismo modo el grado de certeza de un neurocirujano que va a operar un paciente con un glioblastoma multiforme frontal, no es el que se le puede pedir a un psiquiatra que trata a un adicto. Intentar esto es caer en el cientificismo biologicista y en lo que llamamos “veterinaria psiquiátrica”. Claro, la gente puede pedir todo lo que se le ocurra, igual que la fantasía infantil al hacer su carta a los Reyes Magos. La realidad es otra.

El alcoholismo en general es una enfermedad progresiva e incurable, pero que se puede “arrestar”, se puede detener. Muy pocas veces he visto casos de alcohólicos que han podido volver a ser “bebedores sociales”. La estrategia es primero lograr la abstinencia (Dejar de beber deseando beber) para luego llegar a la sobriedad (No beber porque no se tiene el deseo de beber).

En Estado Unidos y en buena parte del mundo el criterio de que el alcoholismo era un mal moral, debilidad o cualquier otra consideración pecaminosa fue sustituido por el de enfermedad médica, precisamente por el trabajo de AA fundado por Bill Wilson y su médico el Dr. Robert Smith.

No es la primera vez que se trata de desacreditar el Programa de los Doce Pasos de Alcohólicos Anónimos. Sin embargo millones de enfermos y sus familiares siguen encontrando ayuda para enfrentar la enfermedad.

Alcohólicos Anónimos (A.A.) es una comunidad de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo. El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar la bebida.

Alcohólicos Anónimos es gratuito y no acepta dinero de gobiernos, empresas ni de cualquier otra índole que no sea la contribución voluntaria de los miembros de cada grupo (7ma Tradición).

 Cuando en AA se habla de curación se trata de sanación, un estado de permanente recuperación que busca el despertar espiritual (Paso 12).

La cura es antropológica (Jurg Zutt), es decir tratando los desordenes de carácter se logra el surgimiento de la persona que esta oculta por las drogas. Surge la persona solidaria, paciente, flexible, proactiva y que trasciende el aquí y ahora de los adictos.

Me alegra mucho que se haya logrado reducir o eliminar el consumo de alcohol, la ludopatía o las compras compulsivas con el Namelfeno o con Naltrexona. Pero debo recordarles que si esto no va junto a una adecuada psicoterapia y a grupos de autoayuda, pronto usted va a tener una buena población de no bebedores infelices que no sabrán qué hacer con sus vidas y que dejaran de tomar los medicamentos.

Igual si usted cree que resolvió algo llamando Trastorno por Consumo de Alcohol (DSM-5) al alcoholismo que le vaya bien.

La experiencia común mantenía la idea de que el Programa de AA era exitoso en el 50% de los pacientes, luego Dodes encontró que entre un 5 y un 8% alcanzaban la meta de mantenerse sobrios.

Cuando me plantean estos datos y me calculan cuánto cuesta la recuperación de un adicto me quedo frío porque la pregunta debería ser otra ¿Cuánto vale una vida humana rescatada de las drogas? Pero en esta “sociedad del espectáculo” (Guy Debord. 1967) importa más el gesto que lo real, se prefiere la imagen a la cosa en sí, la copia al original, pero sobre todo se quiere el dinero; esa es la verdadera razón por la que las ARS y la industria farmacéutica desean protocolos para tratamiento de cada enfermedad, para regular qué condición pagan y qué condición de salud no pagan, con el agravante de que le están exigiendo “evidencias” a la psiquiatría igual que a la medicina somática.

El hecho de que ambas disciplinas utilicen distintas evidencias no significa que una sea superior a la otra, sino que deben imbricarse para beneficio de los pacientes. Si se cubre el costo de un fármaco, también deben cubrirse los costos de la psicoterapia. Como Alcohólicos Anónimos es útil y no le cuesta un centavo a nadie es mejor integrarlos al tratamiento de nuestros pacientes.

En Finlandia usan un  programa de seis meses de psicoterapia cognitivo conductual, junto a la administración de Naltrexona o Namelfeno y es lógico porque toda adicción conforma un fenómeno complejo, multifactorial (multicausal) y tratar de resolverlo con la formula lineal de la neuroquímica cerebral es anticientífico porque falta todo el terreno de lo sociocultural, la curva biográfica del paciente y su entorno familiar.

En definitiva lo mejor para un alcohólico y su familia es ser tratado por un psiquiatra con un enfoque transdisciplinar e integral. Que conozca a fondo la neuroquímica cerebral y los medicamentos, pero también la filosofía, antropología, historia, psicopatología, economía, sociología… que subyacen en la práctica de tratar trastornos mentales.

En la Universidad Complutense de Madrid el Prof. Francisco Alonso-Fernández nos impartía un curso de alcoholdependencia de seis meses de duración y la primera parte de dicho curso era la alcohología, esto es qué son las bebidas alcohólicas, su historia, cómo se clasifican, cómo se producen, se distribuyen, se publicitan en los medios de comunicación, cómo se inserta en la cultura occidental y cuales sus efectos en la economía. Luego venían los capítulos clínicos y terapéuticos.

Por cierto, debo mencionar que dentro del Departamento de Psiquiatría funcionaba un grupo de AA muy dinámico.

Así es como deben abordarse las adicciones.

No veo nada positivo en desacreditar desde el periodismo de salud, los programas de Doce Pasos para fomentar el uso de Naltrexona o Namelfeno.