Reflexiones Psiquiatricas a partir del Papa Francisco. Carlos De Los Angeles

 

Las 15 enfermedades de los poderosos en el Vaticano.

Varios colegas me han enviado el documento y por fuerza de mi larga experiencia en la psiquiatría… reflexiono: ¿Solo en la iglesia? ¿Sólo en la iglesia católica? ¿Y en la psiquiatría? 

Se trata de tomar cada una de las advertencias del Papa Francisco a la Curia del Vaticano y extrapolarla al mundo de la psiquiatría nacional e internacional. No es un asunto de índole religiosa o espiritual, sino de un símil de aquellas palabras y proyectarlas en nuestra mundanidad. 

Vaya por delante una confesión de Louis Althusser sobre la época de su militancia revolucionaria:

“No hago alusión a este episodio ni por placer ni por amargura, sino para confirmarlo con una observación que lo sobrepasa…”

Estas son las 15 enfermedades de la Curia Vaticana, diagnosticadas por el Papa Francisco y a cada una de ellas les realizamos una reflexión para la psiquiatría:

1. La enfermedad de sentirse ‘inmortal’, ‘inmune’ o incluso ‘indispensable’, dejando de lado los controles necesarios y normales. Una Curia que no es autocrítica, que no se actualiza, que no intenta mejorarse es un cuerpo enfermo… Es la enfermedad del rico insensato que pensaba vivir eternamente y también de aquellos que se convierten en amos y se sienten superiores a todos y no al servicio de todos”. 

Reflexión 1: En la psiquiatría mundial y nacional a partir del DSM-III (1980) se inició un proceso malsano en el que un grupito perdió la capacidad de autocrítica, no escuchó las advertencias de que ese no era el camino correcto y se encandiló con los “halagos” de la industria farmacéutica y la APA sintiéndose “inmortales”, “inmunes” y “superiores a todos”. En buen dominicano “se engallaron”, pues por ser “speakers” del Big Pharma estaban en un nivel superior a los “desfasados” y “desactualizados” que les pedíamos mas comedimiento. Nuestros “líderes de opinión” perdieron el control de sí mismos en una borrachera de prepotencia. Les faltó humildad en un momento que aconsejaba lo contrario: Escuchar las objeciones, discutir con mente abierta y tomar decisiones valientes. 

2 – “La enfermedad de ‘martalismo’ (en referencia a Marta), de la excesiva “operatividad”: es decir, de aquellos que están inmersos en el trabajo, dejando de lado, inevitablemente, ‘la mejor parte’: Sentarse a los pies de Jesús. Por eso, Jesús invitó a sus discípulos a ‘descansar’ porque descuidar el necesario reposo conduce al estrés y la agitación. El tiempo del reposo para aquellos que han completado su misión, es necesario, es debido y debe tomarse en serio: pasar un ‘tiempo de calidad’ con la familia y respetar las vacaciones como un tiempo para recargarse espiritual y físicamente; hay que aprender lo que enseña el Eclesiastés que ‘hay un tiempo para todo’”. 

Reflexión 2: La “excesiva operatividad” de los psiquiatras fue abrazarse a las llamadas “evidencias”, pero sólo a las evidencias biológicas y dejar de lado las evidencias clínicas, tan cruciales como aquellas. El relumbrón de la nueva neurociencia les hizo descuidar el cultivo de la clínica clásica que es el verdadero espíritu de la psiquiatría. El activismo biologicista no les dejo tiempo para el reposo y la reflexión. Les falto sosiego para aplicar un pensamiento crítico a la situación de la psiquiatría. ​Finalmente terminamos con las manos casi vacías y una crisis que estremece a nuestro campo de estudio, incluida la APA y la APAL.​​ 

3 – ”La enfermedad del endurecimiento mental y espiritual:.. Es la de los que, a lo largo del camino, pierden la serenidad interior, la vivacidad y la audacia y se esconden bajo los papeles convirtiéndose en ‘máquinas de trabajo’ y no en ‘hombres de Dios’… Es peligroso perder la sensibilidad humana necesaria para hacernos llorar con los que lloran y se regocijan con los que gozan. Es la enfermedad de los que pierden ‘los sentimientos de Jesús’”. 

Reflexión 3: Estos psiquiatras se “endurecieron mental y espiritualmente” al cobijarse bajo el DSM perdiendo de vista todo lo humano que de modo obligado es el centro del ejercicio de la psiquiatría.Pensaban en términos de Códigos y no en el ser humano sufriente que tenían frente a sí. Perdieron independencia frente a la APA y las farmacéuticas y por tanto perdieron audacia, vivacidad y la serenidad interior. El resultado final ha sido el desastre del DSM-5​​ cuyos padres se atrevieron a poner en la página Web de APA Publisher un label de lanzamiento que decía del DSM-5: “La primera y última palabra en psiquiatría”. Burdo marketing. Tengo un profesor que con frecuencia me dice que “de lo sublime a lo ridículo, solo hay un paso”.​ 

4 – ”La enfermedad de la planificación excesiva y el funcionalismo: Es cuando el apóstol planifica todo minuciosamente y cree que haciendo así, las cosas efectivamente progresan, convirtiéndose en un contador o contable…Se cae en esta enfermedad porque siempre es más fácil y cómodo quedarse en la propia posición estática e inmutable. De hecho, la Iglesia se muestra fiel al Espíritu Santo en la medida en que no pretende regularlo ni domesticarlo… Él es la frescura, la fantasía, la innovación”. 

Reflexión 4: Los Comités del DSM se convirtieron en “contables” de síntomas y dejaron a un lado la frescura que podían dar los estudios psicopatológicos para un avance efectivo de la psiquiatría. El hipernosologicismo es una enfermedad del DSM. Nassir Ghaemi ha proclamado que debemos volver a los grandes cuadros del Siglo XIX y poner tratamientos del Siglo XXI.   

5 – ”La enfermedad de la mala coordinación: Sucede cuando los miembros pierden la comunión entre sí y el cuerpo pierde la funcionalidad armoniosa y la templanza convirtiéndose en una orquesta que hace ruido porque sus miembros no cooperan y no viven el espíritu de comunión y equipo”. 

Reflexión 5: El secretismo y la cerrazón de los dirigentes de la APA para el DSM-5 hizo que se perdiera la comunión con los psiquiatras y psicólogos que tenían aportes importantes. Lo que salió fue ruido en vez de una melodía armoniosa. Solo hay que leer a Allen Frances, Nassir Ghaemi, Robert Whitaker y Manuel Montes De Oca para saber lo que está ocurriendo con esta crisis.

6 – ”La enfermedad de Alzheimer espiritual: Es decir, la de olvidar la ‘historia de la salvación’ la historia personal con el Señor, el ‘primer amor’. Es una disminución progresiva de las facultades espirituales… Lo vemos en los que han perdido el recuerdo de su encuentro con el Señor…en los que construyen muros alrededor de sí mismos y se convierten, cada vez más, en esclavos de las costumbres y de los ídolos que han esculpido con sus propias manos”. 

​Reflexión 6: A estos colegas les afectó el Alzheimer al olvidar toda la rica historia de la psiquiatría clínica. Al dejar a un lado la flexibilidad de la psicopatología se encasillaron en listados de síntomas del Grupo A y del Grupo B para hacer sus rígidos diagnósticos y fueron perdiendo progresivamente facultades clínicas. El paciente y su narrativa humana dejaron de ser importantes y se esclavizaron tras los muros computarizados del diagnóstico online. La psiquiatría, ni ninguna otra ciencia puede avanzar sobre la negación de los logros ya obtenidos, sino basándose precisamente en esos logros. La ciencia avanza cuando se producen “cambios de matriz disciplinar” o más claro “cambios de paradigma”, pero este cambio no se produce por decreto del staff del DSM y la APA, sino cuando la evolución de la propia ciencia lo permite. Al día de hoy no existe ningún descubrimiento sobre la base biológica del psiquismo que permita cambiar la matriz disciplinar de la psiquiatría. De todos modos, siempre nos veremos obligados a fundar nuestro saber sobre las evidencias clínico-fenomenológicas que hemos obtenido en nuestros dos siglos de existencia. ​ 

7 – ”La enfermedad de la rivalidad y la vanagloria: Pasa cuando la apariencia, los colores de las ropas y las insignias de honor se convierten en el principal objetivo de la vida… Es la enfermedad que nos lleva a ser hombres y mujeres falsos y a vivir una ‘mística’ falsa y un falso ‘quietismo”. 

Reflexión 7: Aquí los psiquiatras, contrario a lo esperado, se llevan las palmas. El psiquiatra debiera ser el más humilde de los profesionales, sin embargo nos dejan pasmados ante la búsqueda de vanagloria y la acerba rivalidad con sus iguales. Debo señalar la humildad con la que se conducen la mayoría de los físicos de partículas. Ellos hacen hincapié en las repercusiones que para los seres humanos tienen sus descubrimientos y en las cosas que no saben o a las que la física cuántica no puede llegar. Mientras tanto nuestros psiquiatras se comportan como si lo supieran todo sobre el cerebro. Vana ilusión. 

8 – ”La enfermedad de la esquizofrenia existencial: Es la enfermedad de los que viven una doble vida, fruto de la hipocresía típica de los mediocres y del progresivo vacío espiritual que ni grados ni títulos académicos pueden llenar. Se crean así su propio mundo paralelo, donde dejan a un lado todo lo que enseñan con severidad a los demás y empiezan a vivir una vida oculta y, a menudo, disoluta”.

Reflexión 8: No es que algunos de estos psiquiatras llevaran una vida disoluta, pero sí que se dedicaran a juzgar con severidad a los que nos oponíamos a la moda del DSM y provocaran un “vacío clínico” en las nuevas generaciones. Mientras tanto ocultaban su alianza pecaminosa con los laboratorios farmacéuticos.

9 – ”La enfermedad de las habladurías, de la murmuración, del cotilleo: Es una enfermedad grave que comienza con facilidad, tal vez sólo para charlar, pero que se apodera de la persona convirtiéndola en ‘sembradora de cizaña’ (como Satanás), y en muchos casos en ‘asesino a sangre fría’ de la fama de sus colegas y hermanos. Es la enfermedad de las personas cobardes que por no tener valor de hablar a la cara, hablan a las espaldas”. 

Reflexión 9: Entre los psiquiatras esta enfermedad es crónica. Se practica mucho la hipocresía cuando están cara a cara con el colega, pero en cuanto dan la vuelta se convierten en “asesinos a sangre fría de sus colegas”. No solo son hipócritas, sino que a fuerza de cobardía se hacen lamentablemente mediocres. Situación que apena a cualquiera con un mínimo de dignidad. Por esa razón en nuestra página Web acogemos todas las opiniones que emitan los colegas, aun aquellas cuyas posturas nos son adversas.    

10 – ”La enfermedad de divinizar a los jefes: Es la enfermedad de los que cortejan a los superiores, con la esperanza de conseguir su benevolencia. Son víctimas del arribismo y del oportunismo, honran a las personas y no a Dios. Son personas que viven el servicio pensando sólo en lo que tienen que conseguir y no en lo que tienen que dar. Personas mezquinas, infelices e inspiradas sólo por su egoísmo fatal”. 

Reflexión 10: Es mi costumbre advertir a los residentes que tienen  la condescendencia de escuchar mis lecciones de psicopatología y complejidad que no están obligados a aceptar todo lo que diga en esas clases y que pueden disentir y oponerse a mis conclusiones. Es algo que en principio les produce un shock.

Vienen acostumbrados a que la voz del profesor es la “voz de Dios”. A la prepotencia del profesor que cree saberlo todo. Yo les digo lo contrario: “Nadie sabe más que nadie”. Así, no tienen que alabar mis clases con pretensiones oportunistas o arribistas.

11 – ”La enfermedad de la indiferencia hacia los demás: Es cuando todo el mundo piensa sólo en sí mismo y pierde la sinceridad y la calidez de las relaciones humanas. Cuando los más expertos no ponen sus conocimientos al servicio de los colegas con menos experiencia. Cuando, por celos se siente alegría al ver que otros caen en lugar de levantarlos y animarlos”. 

Reflexión 11: Algunos colegas de experiencia me han dicho que aunque usan el DSM siempre ponen delante sus habilidades y competencias en la psiquiatría clínica. Sí, pero no es eso lo que enseñaron a los colegas más jóvenes. Les enseñaron psiquiatría con un DSM y un Kaplan en las manos.

Los conocimientos no sirven de nada si no se ponen al servicio de los demás. 

12 – ”La enfermedad de la cara de funeral: Es decir, la de las personas rudas y sombrías, que consideren que para ser serios hace falta pintarse la cara de melancolía, de severidad y tratar a los demás -especialmente a aquellos considerados inferiores- con rigidez, dureza y arrogancia. En realidad, la severidad teatral y el pesimismo estéril son a menudo los síntomas del miedo y la inseguridad en sí mismo”. 

Reflexión 12: En nuestro medio esta enfermedad se muestra en la teatralidad, autosuficiencia y soberbia en el discurso altisonante de algunos colegas. Su tono irónico es llamativo. Es como si se dirigieran a individuos inferiores (Los que no podemos pagar los altos costos de un congreso en el extranjero) y luego uno se entera por voces foráneas que toda esa parafernalia ha sido pagada por los laboratorios, debido a la fidelidad prescriptora, la cual es contabilizada rigurosamente en las farmacias.

Luego supimos, de nuevo por voces foráneas, que muchos de los famosos investigadores que exponían en los congresos no eran más que individuos corrompidos por el negocio de las farmacéuticas, un negocio que le ha faltado el respeto a los profesionales de la medicina. Así lo ha escrito Allen Frances.  

13 – ”La enfermedad de la acumulación: Cuando el apóstol busca llenar un vacío existencial en su corazón acumulando bienes materiales, no por necesidad, sino simplemente para sentirse seguro… La acumulación solamente pesa y ralentiza el camino inexorablemente”. 

Reflexión 13: Junto a la reflexión anterior esta “enfermedad de acumulación” no es más que el intento de hacerse de “prestigio” frente a los dueños del negocio. En el fondo es la expresión de un  sentimiento de íntima inseguridad, de vacío existencial que se piensa llenar con lisonjas e invitaciones a copiosas cenas en lujosos restaurantes. Esa relación les ha hecho más difícil el camino hacia la libertad de criterios científicos. 

14 – ”La enfermedad de los círculos cerrados: Donde la pertenencia al grupo se vuelve más fuerte que la del Cuerpo y, en algunas situaciones que la de a Cristo mismo. También esta enfermedad comienza siempre con buenas intenciones, pero con el paso del tiempo esclaviza a los miembros convirtiéndose en ‘un cáncer’ que amenaza la armonía del cuerpo y puede causar tanto daño – escándalos- especialmente a nuestros hermanos más pequeños”. 

Reflexión 14: Formar “elites” y círculos cerrados de profesionales no sólo es de mediocres, sino de personas que nunca han logrado sentirse que “son alguien”. La “elite” se aísla, se esclaviza, se enajena en circunloquios esquizofreniformes en vez de crear un espacio colectivo de producción de conocimientos para beneficio de la ciencia. Y pensar que era más fácil utilizar toda esa energía en abrir ámbitos dialógicos para la construcción de una psiquiatría mejor, pero les faltó coraje y humildad.    

15 – ”La enfermedad de la ganancia mundana, del lucimiento: Cuando el apóstol transforma su servicio en poder, y su poder en mercancía para conseguir beneficios mundanos o más poderes. Es la enfermedad de la gente que busca insaciablemente multiplicar su poder y para ello son capaces de calumniar, difamar y desacreditar a los demás, incluso en periódicos y revistas. Naturalmente para lucirse y demostrarse más capaces que los otros”. 

Reflexión 15: Resume las reflexiones 12, 13 y 14. Si “no está la vida en poseer” de poco vale la ganancia mundana. No tiene ya sentido seguir calumniando, difamando y desacreditando al colega. Sartre hablaba de esto como la “tragicomedia del prestigio y el dinero”. 

Conclusión: Ruego que nadie se ofenda por mis palabras. Es la historia real de lo que pasó con la psiquiatría de orientación norteamericana y cuyo ejemplo se diseminó sin control por todo el mundo. Asumo con Allen Frances que muchos se adhirieron a esa corriente de buena fe. Creían que era lo mejor para las ciencias de la salud mental. Otros pienso que por una deficiencia en su formación filosófica, sobre todo por desconocer a la Filosofía de la Ciencia que viene a ser la validadora de los nuevos conocimientos científicos, según los miembros del positivismo lógico agrupados en el famoso Circulo de Viena. 

Sin embargo, ha llegado la hora de actuar con honestidad. Desandar el mal camino. Poner las cosas en su debido lugar. Celebrar y usar en su justa medida los avances de la neurociencia y la biología, pero sin ser cientificistas. Reconocer las desviaciones para corregirlas entre todos. Entrelazar la biología con las humanidades. Abrir un nuevo capítulo en la historia de la psiquiatría.

Tres pasos necesarios:

1- Lograr que se promulgue el decreto del Reglamento de la Ley de Salud Mental 12-06. De este modo tendríamos un Viceministerio de Salud Mental con presupuesto para trabajar. 

2- Llevar a cabo la Encuesta Nacional de Salud Mental (ENSM) que nos diga cuales son los trastornos mentales a los que nos enfrentamos. Eso sería basar en evidencias nuestro ejercicio. 

3- Sobre la base de la ENSM construir entre todos nuestra Guía de Diagnósticos y Estadísticas de Trastornos Mentales (GEDI-1). La vía de unificar a los psiquiatras y psicólogos dominicanos en un esfuerzo común con profesionales de las humanidades y las estadísticas. 

Y la psiquiatría dominicana llegará a su mejor momento.