Allen Frances: Las farmacéuticas debían ser castigadas
VIERNES, 12 DE SEPTIEMBRE DE 2014
Allen Frances, autor de ‘¿Somos todos enfermos mentales?’: “Ningún logro de la neurociencia ha ayudado todavía a un solo paciente”
Núria Jar (AGENCIA SINC)
http://www.argenpress.info/2014/09/allen-frances-autor-de-somos-todos.html
El libro que clasifica las patologías psiquiátricas es el manual de los trastornos mentales (DSM). La última versión de este atlas se publicó en 2013 envuelto en una fuerte polémica. Ahora, Allen Frances (EE UU, 1942), coordinador de la anterior edición, ha levantado la voz contra los excesos diagnósticos de la psiquiatría moderna y la sobremedicación. Además, denuncia que la psiquiatría debería ayudar al paciente ahora, en lugar de depositar sus esperanzas en los logros futuros de la neurociencia y la genética.
Antes de publicar su libro ¿Somos todos enfermos mentales? escribió en su blog Saving normal varios artículos contra la nueva edición del manual de los trastornos mentales DSM-5, considerado la ‘biblia’ de la psiquiatría. ¿Por qué consideró que debía protestar?
Nunca imaginé que iba a escribir un libro. Tampoco imaginé que iba a escribir un blog. Me había jubilado y me dedicaba a disfrutar de mis nietos y la playa. Pero en una fiesta con amigos que estaban trabajando en el DSM-5, me di cuenta de que estaban muy entusiasmados con ideas bastante peligrosas si se aplican a decenas de millones de personas.
¿Qué le desconcertó?
Iban a introducir la pena como un síntoma de la depresión. Mis olvidos propios de la vejez se convertirían en demencia, los berrinches de mis nietos en trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo y comer demasiado en trastorno por atracón. Mis colegas no eran conscientes de las consecuencias no deseadas del nuevo manual. Estaban tan preocupados porque la psiquiatría no dejara a ningún paciente fuera de sus límites, que no prestaban atención a un problema mayor: muchas personas serían mal diagnosticadas. Recibirían medicamentos innecesarios y un estigma que reduciría las expectativas y la confianza en sí mismas. No me gusta protagonizar controversias, pero sentí que denunciarlo era mi trabajo.Pues ha liderado la polémica. Thomas Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos, también se desmarcó del nuevo DSM alegando que “los pacientes con una enfermedad mental merecen algo mejor”.
Tom Insel es riguroso cuando dice que los avances en biología no son suficientes para hacer diagnósticos, tal y como todos esperaban. Ahora sabemos más sobre esquizofrenia que hace 25 años, pero desconocemos qué función tienen los 108 genes recientemente descritos que están implicados en este trastorno. Quizás sea más útil estudiar uno de sus síntomas, como las alucinaciones. Hazte preguntas sencillas y encontrarás respuestas mejores.
En el libro acusa al nuevo DSM de “no hacerse las preguntas realmente importantes”. Póngame un ejemplo concreto.
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es el ejemplo más claro. Antes había un 3% de población afectada. La previsión del DSM-IV, cuidadosamente elaborada, preveía cambios que provocarían un incremento de tan solo el 15% pero ahora un 30% de nuestros estudiantes universitarios y el 10% de nuestros alumnos toman medicación para el TDAH. Si yo hubiese escrito el DSM-5 me habría preguntado si tal incremento tiene sentido. La gente no cambia, la naturaleza humana es la misma. Lo que varía son las etiquetas. El manual debería advertir sobre el peligro de sobrediagnosticar, pero la nueva edición amplió las definiciones para que se pueda tratar con mayor rapidez a más gente. En lugar de curar un problema, lo agrava.
¿Entona su parte de mea culpa como coordinador de la edición anterior?
Me sentí culpable por el DSM-IV. Aunque trabajamos duro para prevenir la inflación diagnóstica, no fuimos capaces de predecir tres nuevas falsas epidemias de trastornos mentales infantiles: TDAH, trastorno bipolar y autismo. No nos anticipamos al posible mal uso del manual, que escribimos cuidadosamente.
¿Los niños son las principales víctimas del nuevo DSM?
Si quieres saber qué niño tiene TDAH el mejor predictor es la fecha de nacimiento.
Resulta que los niños nacidos en diciembre tienen un 70% más de probabilidades de ser diagnosticados con TDAH que sus compañeros de clase nacidos en enero, que son más mayores. Es un error, no deberíamos tildar de enfermedad la inmadurez normal de un niño. El análisis clínico debe ser más específico y muy cuidadoso, porque puede mejorar la vida de una persona y hacerla sentir comprendida. Un mal diagnóstico la condena y paraliza.
El coordinador del DSM 5, David Kupfer, comentó a Sinc que las críticas entorno al nuevo manual son “inevitables”.
Yo coordiné el DSM-IV y no hubo críticas.
¿Absolutamente ni una?
Los trabajadores sociales nos hicieron alguna crítica porque decían que la nueva edición del manual era demasiado biológica. Pero en general no hubo pegas porque no teníamos grandes ambiciones, queríamos estabilizar el sistema y restringir el crecimiento de la inflación diagnóstica. En cambio, el DSM-5 comenzó con grandes metas: identificar biomarcadores de dolencias psiquiátricas, evaluaciones dimensionales para calcular la severidad y ampliar la detección precoz. El estado actual de la ciencia no lo permite porque aún no tenemos suficientes evidencias.
¿Todavía es demasiado pronto para aplicar los hallazgos de la neurociencia a la psiquiatría actual?
Se invierte demasiado dinero en la investigación biológica y no lo suficiente en la psicológica y social. Lo único que hemos aprendido en 30 años es que podemos descubrir muchas cosas sobre el funcionamiento del cerebro, pero traducirlo para mejorar la práctica clínica es muy difícil. A día de hoy no creo que ningún paciente que se haya beneficiado de los avances en neurociencia. No hay nada más excitante que los descubrimientos en neurobiología y genética, pero aún no han ayudado a ningún paciente. Necesitamos ayudar a la gente ahora, en vez de prestar tanta atención a las promesas de un futuro lejano.
¿Qué le parecen los 100 millones de dólares del presupuesto 2014 que ha destinado Obama al proyecto BRAIN para cartografiar el cerebro humano?
Cualquier proyecto que intente entender cómo funciona nuestro cerebro es muy valioso, pero no debería promocionarse a bombo y platillo. La tecnología y las promesas del futuro no tendrían que despistarnos. El 5% de la población sufre un trastorno mental grave, con síntomas incapacitantes que afectan a todos los aspectos de la vida y persisten en el tiempo. Lo terrible es que, mientras estas personas no están recibiendo un tratamiento suficiente, hay mucha gente sobremedicada. Las estadísticas dicen que una cuarta parte de la población tiene una enfermedad mental, pero la cifra me parece exagerada. España es un buen ejemplo.
¿En España también hay sobremedicación?
Tenéis una tasa de desempleo del 25%, los jóvenes que se gradúan en la universidad no saben si tendrán trabajo, los jubilados sufren por sus pensiones… Es normal que estas personas se angustien y estén tristes. Es una reacción normal de la condición humana.
Y esto no lo arregla una pastilla.
Los españoles estarías mejor si durmieseis un poco más e hicierais más ejercicio [sonríe]. ¡Aquí la gente no duerme!
También bebemos mucho.
Quizás también deberíais beber menos. Hay que proteger a la gente de tomar una pastilla para cada problema. La solución de muchos conflictos dependen más de la resiliencia humana, del apoyo de la familia, del tiempo, de la psicoterapia… Todo esto puede ser mucho más útil para vuestros problemas que tomaros una pastilla. Y la actividad física. Y las horas de sueño. Y, sí, tal vez beber menos [ríe a carcajadas].
Núria Jar es periodista especializada en ciencia y tecnología. Colaboradora de SINC.
MARTES, 9 DE SEPTIEMBRE DE 2014
Allen Frances: “Las empresas farmacéuticas deberían ser tan castigadas como las tabacaleras”
Nuño Domínguez (ESMATERIA.com)
http://www.argenpress.info/2014/09/allen-frances-las-empresas.html
Allen Frances, Psiquiatra y ‘padre’ del manual de diagnóstico en psiquiatría (DSM-IV) usado por millones de médicos.
Es una de las voces más críticas contra las “falsas epidemias” de autismo, trastorno bipolar y otras dolencias impulsadas por la industria farmacéutica y la profesión médica.
Allen Frances olvida de vez en cuando dónde ha aparcado el coche. También come de forma compulsiva en algunos cócteles, es irascible en momentos concretos y sintió una profunda pena al morir su esposa que le costó superar. Todo esto puede parecer completamente normal, pero, a ojos de la psiquiatría actual, no lo es. Frances está enfermo y sus síntomas encajan con al menos cinco dolencias psiquiátricas que, probablemente, haya que tratar con algún fármaco psiquiátrico. Al igual que él, millones de niños revoltosos, extravagantes, tímidos o simplemente más jóvenes que sus compañeros de clase serán diagnosticados con trastorno de déficit de atención, trastorno bipolar o autismo. Los índices de esta última dolencia se han multiplicado por 40 en solo veinte años. En la actualidad “hay al menos dos niños en cada clase que toman medicación” y, en Estados Unidos, uno de cada cinco adultos consume fármacos psiquiátricos.
La explicación de esta epidemia no hay que buscarla en el cerebro de los pacientes sino en los despachos de las grandes compañías farmacéuticas y las consultas de los médicos, según alerta Frances en su libro ¿Somos todos enfermos mentales? Manifiesto contra los abusos de la psiquiatría (Planeta). Frances denuncia una enorme burbuja de “falsas epidemias” de la que en parte él es culpable. Durante más de una década fue protagonista de la redacción del DSM 3 y el DSM 4, manuales considerados “biblias” de la psiquiatría. Ahora Frances denuncia el nuevo manual, el DSM 5, aprobado recientemente y que agravará aún más las falsas epidemias actuales y creará otras nuevas. En esta conversación con Materia, Frances asegura que se puede frenar esta situación y que hay ejemplos históricos que lo demuestran.
¿Qué abusos está cometiendo la medicina actual en el campo de las enfermedades mentales?
En Estados Unidos, solo un tercio de las personas con depresión severa va al psiquiatra. Tenemos un millón de enfermos psiquiátricos en las cárceles. Muchos de sus crímenes podrían haberse evitado fácilmente con un mejor tratamiento y hogares para ellos dentro de nuestras comunidades. España puede ser otro ejemplo. El país tiene un alto paro, es difícil para la gente encontrar un trabajo, tienen incertidumbre sobre su futuro. Con estos problemas solo un número muy pequeño desarrollará depresión clínica. Pero un gran porcentaje de la población tendrá tristeza y ansiedad. Me gustaría que los primeros tuvieran el tratamiento que necesitan pero me preocuparía si la solución para el segundo grupo es una pastilla que no les ayudará y además les acarrerará efectos secundarios.
¿Cree que esta situación se ha propiciado de forma intencionada desde la industria farmacéutica?
Las empresas farmacéuticas se preocupan principalmente de los beneficios, los dividendos, los accionistas y los sueldos de sus ejecutivos. Venden un producto. No deberíamos esperar que les importasen los pacientes. Tenemos que entender esto y sospechar de sus intenciones. Cuanto más puedan vender enfermedades, más beneficios tendrán. Por eso tenemos que ser escépticos, pero no enfadarnos con ellas. Estados Unidos es, junto con Nueva Zelanda, el único país donde los fármacos se pueden anunciar de forma directa al público. En la profesión médica hay gente que es corrupta y vendida a la industria, yo conozco algunos, pero en la mayor parte, el problema es que se les ha lavado el cerebro y además no tienen el tiempo suficiente para tratar al paciente.
¿Por qué?
Hipócrates dijo “lo primero es no hacer daño”. Y lo segundo, que es mejor que el médico conozca a la persona que tiene la enfermedad que la enfermedad que tiene la persona. En esta situación la forma de que los pacientes se vayan de la consulta felices es darles una muestra gratuita de un fármaco o una receta. Debemos tratar mucho mejor a la gente que está realmente enferma, pero también saber que la mayoría de la gente que va al médico porque atraviesan el peor momento de sus vidas, si no haces nada, se van a mejorar. Con placebo, el 50% o más mejorará en poco tiempo. La mayoría de la gente que toma la pastilla van a mejorar, pero no por el medicamento, sino por el efecto placebo. Una vez hayan mejorado, no sabrán la diferencia y puede que sigan tomando el fármaco durante mucho más tiempo cuando ni siquiera lo necesitan.
¿Cuántos beneficios ha dado la investigación en este campo?
Ha habido una explosión en nuestro conocimiento en la neurociencia y la genética del desarrollo humano. 40 años de avances científicos increíbles. Pero esos hallazgos, por ahora, no han servido para ayudar a ni un solo paciente. La traslación desde la ciencia básica a la práctica clínica es un problema terrible en toda la medicina. En psiquiatría es especialmente terrible porque el cerebro es el objeto más complejo del universo conocido. 100.000 millones de células, 1.000 conexiones neuronales por cada célula… es complicadísimo. No tenemos la habilidad para entender cómo el mal funcionamiento del cerebro se traduce en un comportamiento determinado. Lo que sí ha sucedido es que, debido al tremendo entusiasmo que ha habido en la ciencia biológica básica ha habido una tendencia a acercarse a los problemas mentales como si solo fueran biológicos y a pensar que la solución solo vendrá desde ese campo. Mi opinión es que eso tardará muchas, muchas décadas en entender cada dolencia. No podemos dejar que el futuro nos haga olvidar nuestras responsabilidades presentes, que son tratar a los pacientes que tenemos con las mejores herramientas de que disponemos y sin cegarnos pensando que todo es biología. Los psiquiatras deberían ser más cautos a la hora de recetar fármacos.
¿Qué impacto en la salud pública puede tener la sobremedicación?
No es un problema solo de la psiquiatría. Tenemos un enorme problema de sobretratamiento de diabetes, hipertensión, osteorporosis…Los fármacos tienen importantes efectos secundarios, en especial los antipsicóticos. Causan obesidad, más riesgo de diabetes y dolencias coronarias, reducen la esperanza de vida… Es como en Un mundo feliz, donde toda la población, todos los días, se toma una pastilla, el soma. Les hace consumir como locos y tener sexo como locos y les ayuda a pasar el día. En Estados Unidos si sumas la gente que toma estos fármacos con los que toman algún tipo de droga, englobas a un tercio de toda la población. Dicho esto, es importante no retirar la medicación de golpe, pues esto puede causar efectos peores que los iniciales. La retirada debe ser lenta y con la supervisión de un médico.
¿Qué deben hacer los padres a cuyos hijos les diagnostican una de las enfermedades de las que habla en su libro?
Yo intentaría darle tiempo a ver cómo evoluciona. Intentar otros métodos como la psicoterapia, cambiar su situación educativa, sus circunstancias familiares. Solo eso puede hacer que sea innecesario diagnosticarle una enfermedad. Para las enfermedades más serias es importante diagnosticar cuanto antes, pero para la mayoría de cosas que ahora mismo se están tratando, la observación y preocupación por el contexto vital y social mejorarán mucho más la vida del chaval.
¿Cómo se soluciona este problema?
Ha habido una generación entera de médicos que han sido mal orientados y educados por la industria farmacéutica. Debemos reeducarles. En Australia, por ejemplo, hay una agencia gubernamental que envía agentes a los médicos, comerciales como los de las empresas pero que van a instruirles sobre la medicina basada en la evidencia, para contrarrestar la educación que han recibido de la industria. Pero si hay una cosa que mejoraría la vida del paciente sería controlar a las empresas farmacéuticas y su marketing engañoso.
¿Cómo hacerlo?
Ya pasó con la industria del tabaco, debería pasar lo mismo con las farmacéuticas. Esta industria controlaba el mundo. El 65% de la población fumaba. Dominaban a políticos, la publicidad, parecían un Goliat invencible. Pero un pequeño grupo de personas educó a la gente. Y el índice de fumadores ha bajado hasta ser el 20%. Posiblemente una campaña para reducir el sobrediagnóstico tenga el mismo efecto. Tengo esperanza de que el varapalo para las grandes farmacéuticas sea igual que el de las grandes tabaqueras. Ahora hay más muertos debidos a los productos de las compañías farmacéuticas que a los cárteles de la droga. Muchas más sobredosis por narcóticos de prescripción médica y fármacos contra la ansiedad que por cocaína o heroína. Situaciones como estas no pueden continuar. Mi esperanza es que David venza a Goliat.
¿Hay algo bueno que hayan hecho las grandes farmacéuticas?
Realmente no. Han actuado con egoísmo y han hecho muy poco por los pacientes. Los nuevos fármacos que han introducido no son más efectivos que los que ya había y además tienen efectos secundarios diferentes, pero aún problemáticos. La mayor parte de la investigación de la industria se dedica a los fármacos me-too [el mismo medicamento con una modificación mínima] que permite ampliar la vida de las patentes. Y además se gasta el doble en marketing e influencia política que en investigación Es una hoja de servicios penosa.
Usted alerta del futuro de la medicalización de la demencia
La comercialización de este campo ya está comenzando. Se dice que la gente debe hacerse escáneres cerebrales a partir de cierta edad, hacer ejercicios mentales que están patentados, medicación para prevenir el alzhéimer. Pero hay que recordar que no tenemos tratamiento bueno para la demencia ni la predemencia, nada que parezca prometedor en el futuro. Sobre esos juegos de ejercicio mental que venden, hay que saber que puedes obtener el mismo beneficio leyendo el periódico o haciendo cosas por ti mismo y que probablemente la mejor manera de prevenir la demencia es hacer ejercicio. Enviar más sangre al cerebro es más importante que hacer crucigramas. No deberíamos medicalizar el envejecimiento. Tenemos gente muy enferma en el mundo que necesita tratamiento. Cuidémosles a ellos y no creemos nuevas enfermedades y malgastemos dinero en ellas.